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"La misión del espantapájaros"

Ya a la venta "La misión del espantapájaros", un cuento para niños a partir de 6 años en el que he participado haciendo todos los ...

jueves, 27 de junio de 2019

"En las Mazmorras"

(por Jose Mª Santos)


Las escaleras bajaban retorciéndose sobre sí mismas en una espiral oscura e interminable. Desde la entrada podía olerse el hedor nauseabundo que subía desde abajo. Los guardias bajaron al prisionero a empujones haciéndolo caer en varias ocasiones y haciendo que se levantase a patadas y golpes de porra. Abajo el panorama era aún peor. Una amplia sala iluminada por antorchas y amueblada con toda clase de máquinas de tortura daba paso a otro pasillo estrecho con calabozos a ambos lados cerrados con grandes portones de madera o rejas.
            Los prisioneros se hacinaban en ellos, vestidos con andrajos y encadenados a las paredes o al suelo. La mayoría estaban mugrientos y apestaban y los que más tiempo llevaban estaban famélicos. Su dieta se basaba en un pedazo de pan y un poco de agua cuando se acordaban los guardias. Los suelos estaban llenos de toda clase de porquerías  y no era raro que de vez en cuando algún prisionero muriera y lo dejaran pudrirse allí entre moscas y ratas.
            El guardia abrió la puerta del fondo, empujaron al prisionero al interior y lo encadenaron a la pared. Aquella jaula estaba algo mejor que las otras que había visto fugazmente al pasar y solo tenía un prisionero hasta entonces. Los guardias salieron y cerraron el portón con llave y una pálida luz lo recorrió hasta desaparecer entre los goznes y dejándolos a oscuras. Al rato el antiguo prisionero habló con voz débil.

-Bienvenido al infierno. –Dijo.

-Esto no se parece en nada al infierno, créeme.

-¿Por qué estás aquí? ¿Cómo te atraparon? Perdona si te molesto, pero llevo semanas solo en esta prisión y sin hablar con nadie.

-Intenté asesinar a alguien importante. –Respondió sonriendo y las cadenas repicaron en la oscuridad.- Y me dejé atrapar.

-A mi me acusaron de usar magia prohibida. –Continuó.- Lo que es cierto.

-Lo sé. Por eso estoy aquí. –Y al levantar la cabeza y encontrárselo frente a su cara se asustó y cayó de espaldas al suelo.  –Necesito que me ayudes.

-¿Cómo…? –Alcanzó a preguntar cuando sus cadenas se volatilizaron. –Es imposible usar la magia aquí dentro. Lo he intentado.

-Mi magia es más poderosa que eso. Pero tenía que hacerlo desde dentro. –Respondió- Te sacaré de aquí a cambio de que me enseñes eso que no quieren que hagas.

-¿Quién eres? –Preguntó mientras le extendía la mano en señal de gratitud.

-Eso ahora no importa. A su debido tiempo tu y todos lo sabrán. –Respondió de nuevo estrechando su mano y ayudándolo a levantarse.

            En la oscuridad, apenas iluminado por la luz de las antorchas que entraba por el hueco de la puerta pudo ver su rostro, de porte noble y hermoso, con perilla y pelo largo, negro y trenzado. No sabía quién podía ser aquel hombre que había burlado la magia del Gran Magíster de la ciudadela y estaba dispuesto a sacarlo de allí, pero podía intuir que era poderoso, más de lo que llegaría a ser él nunca. Tampoco le importaba. Había pasado en aquel pozo apestoso demasiado tiempo como para importarle. Los ojos de aquel extraño brillaron con una tenue luz esmeralda y un instante después habían desaparecido en una nube oscura como la noche sin luna. Cuando, transcurridas varias horas, volvieron los guardias a por el prisionero para interrogarlo no pudieron explicarse cómo y por qué estaba vacío el calabozo...



Lápices acuarelables y tinta sobre papel Fabriano
18x12cm

Concurso de micro relatos "Micro fantasías 2019"

"La puerta del árbol"
(por Jose Mª Santos)



Me estaba aburriendo del día de campo, así que me fui solo a dar un paseo. Fue entonces cuando encontré un insecto extraño y lo seguí hasta un árbol. Pensé que era mi imaginación pero vi cómo se metía por una puerta grabada en el enorme tronco. Y aquí estoy ahora en un lugar maravilloso junto a mi nueva pequeña amiga de alitas transparentes.



sábado, 8 de junio de 2019

"La tormenta"

(por Jose Mª Santos)

    Casi todos mis problemas desde que era un crío han sido por su culpa, pero ahí estaba, disfrutando como si nada pudiera afectarle. en el escenario se siente como pez en el agua, nació para cantar y el público la adora. yo la adoro. Tan bella... Ese vestido le encaja a la perfección insinuando unas curvas que me vuelven loco, junto con su pelo color fuego y sus ojos verdes y penetrantes. De sus labios rojos bebería los fuegos del infierno. Es como una sirena que me arrastra a lo más profundo del abismo irremediablemente. Pero no siempre fue así. No siempre estuve tan enamorado de ella. Es más,la odiaba con toda mi alma.

    Mi padre era camarero en el local de su abuelo, un poderoso capo de los bajos fondos, y yo era el chico de los recados.Victoria era la única niña dela familia y me hacían jugar con ella cuando su padre y su abuelo hablaban de negocios. Para tener diez años era un auténtico demonio. Siempre me obligaba a hacer cosas que no quería y muchas veces me llevé alguna paliza de los demás chicos por no obedecerla, pero era la hija del jefe y siempre conseguía lo que se proponía. Yo sabía exactamente a qué se dedicaba su familia y estaba al corriente de todos los trabajos nocturnos de mi padre. Corrían los años veinte y los negocios nocturnos movían mucho más dinero que cualquier otro. Favores, préstamos, contrabando... y en todo aquello estaba metido mi padre, así que no tenía otra opción.

    Aquello duró casi cuatro años hasta que Victoria se fue con su madre a Italia para terminar sus estudios, o eso fue lo que dijeron pero la verdad es que no corrían buenos tiempos y en los bajos fondos se libraba una terrible guerra por el poder. Mi padre fue una de las víctimas de tanta violencia poco después. Pero para mí fue un alivio deshacerme de ella. El tiempo pasó y todo aquello se quedó en el olvido. Crecí, prosperé dentro de la familia, ya no soy aquel chico cobarde y miedoso y aunque lo odia me encargo de la seguridad del local y de limpiar lo que los matones del jefe van ensuciando. Es una vida peligrosa pero no tengo otra, de momento.

    La sorpresa fue cuando nos llamó el jefe a todos una tarde para presentarnos a alguien muy importante. Mientras charlábamos en el local se presentó acompañado de una joven más o menos de mi edad. Nos quedamos petrificados ante tal belleza pero más aún quedé yo cuando nos dijo quién era. No podía creerlo. Cuando todos se iban Victoria se acercó a mí y me preguntó si la recordaba. Cómo no iba a hacerlo.

    En ese momento volvió a convertirse en el objeto de todos mis problemas. El jefe me puso a su cuidado como ya lo hiciera cuando éramos niños. Día a día descubrí cuánto había cambiado, aunque seguía consiguiendo todo lo que se proponía, eso si, con nuevos métodos. Las peleas de antes se convirtieron en tranquilas charlas y agradables paseos cuando alguna de sus locuras no nos metía en algún lío. Se había convertido en una chica encantadora pero tan peligrosa como la niña de hacía unos años, y poco a poco la amistad se fue convirtiendo en algo más. No sabía hasta qué punto lo lamentaría. Su regreso no era casual. Su padre iba a casarla con su pupilo y mejor amigo. Estaba muy enfermo y quería dejar su imperio en buenas manos. Gio era como el hijo que nunca tuvo. En ese momento intenté alejarme de ella, más que por miedo, para no hacerle daño pero el sentimiento era mutuo, así que una y otra vez nos veíamos a escondidas. No podía resistirme aunque conocía bien a Gio y sabía que no dudaría en castigarla si era necesario, o en asesinarme. Tenía un lado oscuro que el jefe no conocía y lo quería demasiado como para darse cuenta.

    Conozco bien este mundo y durante años estuve preparándome para dejarlo atrás. En esas estaba cuando todo se desmoronó. Gio nos descubrió besándonos una noche cuando la dejaba en su casa después de actuar en el local. No tuve más remedio que hacerlo. Saqué mi cuchillo, que siempre llevo oculto por lo que pueda pasar, y le corté el cuello mientras forcejeábamos. Aunque me deshice del cuerpo y de todas las pruebas los rumores se acercaban demasiado a mí. El jefe hizo que vigilaran a Victoria sus mejores hombres y ha puesto la ciudad patas arriba para encontrar al culpable de la desaparición de Gio. Sé que me vigila así que será esta noche. Después habremos desaparecido como si nunca hubiéramos existido. Los dos estábamos de acuerdo en olvidar quiénes éramos hasta entonces. Victoria tenía claro lo que debía hacer, tumbarse tras los asientos y esperar a que la tormenta pasase. Lo preparé todo para que no hubiera fallos, y aquí estoy en la que puede ser la última noche de mi vida, con mis ametralladoras esperándolos en la calle a oscuras,el coche atravesado, debo ser rápido y letal o todo habrá terminado... Ahí vienen, no hay marcha atrás. Cuando le dije que daría la vida por ella no sabía hasta qué punto sería cierto... Comienza la tormenta...





Tinta y acuarela sobre papel fabriano
12x18cm

Concurso de micro relatos "Porciones del alma" 2019

"La playa"
(por Jose Mª Santos)


La cena fue maravillosa. La luna iluminaba tenuemente la playa mientras paseaban lentamente cogidos de la mano. La brisa nocturna les traía el aroma del mismo día en que se conocieron. La espera valió la pena. Ahora podían estar juntos y realizar todo aquello que imaginaron mientras el mismo mar que ahora acariciaba sus pies descalzos los separaba.




Playa de Islas Maldivas llena de organismos bioluminiscentes.

"Keko Rasta" 13

"Keko Rasta" vuelve a la carga y aunque no le tiene miedo a nada le dieron ganas de salir corriendo de esos monstruos de lana de roca... pero el "equipo Rasta" se hizo con ellos...




"El tren"

(por Jose Mª Santos)


Hacía más de dieciocho años que no montaba en tren. Creo que casi desde que empecé el instituto. Un viajecito corto de clase para visitar una ciudad cercana monumental. Mucho ha cambiado todo desde entonces. He crecido, trabajo… Eso me trajo hoy precisamente a la estación. Ayer mi jefe me llamó de urgencia para sustituir a un compañero accidentado y ahí estaba yo, a punto de empezar un viaje cruzando el país casi de punta a punta,  con la maleta y los trastos junto a mi hermano que me había llevado. Sorprendentemente la estación estaba llena de gente. Dicen que nuestros trenes tienen pocos viajeros, pero no ese día al menos. Estaba un poco nervioso y el tren llegaba con algo de retraso pero al fin allí estaba, antes incluso de lo que yo pensaba tras las últimas noticias.
Me despedí de mi hermano y busqué el vagón al que tenía que subir, justo el de la punta contraria a donde me encontraba, y entre el tumulto busqué mi asiento. Después de tanto tiempo no recordaba muy bien cómo era por dentro, viejo y anticuado, como si no los hubiesen cambiado en años. El hueco para las maletas estaba repleto de ellas y casi no encontré hueco para la mía. Finalmente la metí como pude entre otras dos esperando que no se cayera durante el viaje. Me acomodé en mi asiento y esperé a que se pusiera en marcha. El vagón estaba casi lleno, gente mayor la mayoría excepto una chica al fondo que viajaba con sus padres y otra que se sentaba a mi lado y en la que no me había fijado hasta entonces.
El tren se ponía en marcha, ya no había vuelta atrás, y empezaba el traqueteo de las vías, los tirones y el ruido y poco a poco se me iban pasando los nervios. La verdad no se va del todo mal, pero tampoco brilla por su comodidad y un viaje de varias horas se hace pesado. Aun así, la chica de al lado se quedó dormida poco después. Me había llevado de todo para pasar las ocho horas de viaje. Mi cuaderno de dibujo, el libro que leía en esos momentos, la libreta donde escribo esto… pero era difícil hacer cualquier cosa a gusto. Me conformé con ver mis redes sociales de vez en cuando y escuchar las batallitas de un trío de personas mayores que se divertían recordando viejos tiempos en los sillones del otro lado del pasillo. Estación tras estación la gente entraba y salía del tren pero yo continuaba, mi parada era la última. Poco a poco podía ver las caras de cansancio por el viaje. Cuatro horas eran muchas horas allí sin hacer nada y por fin anunciaban el final del trayecto.
Aquella estación no tenía nada que ver con la nuestra. Cientos de personas subían y bajaban de varios trenes en diferentes vías. Los andenes eran mucho más largos, igual que las escaleras mecánicas que me subían al complejo de la estación. Aquello era como una pequeña ciudad. Tiendas, gente por todas partes y yo tenía que encontrar la puerta por donde tenía que hacer el trasbordo. Todavía tenía tiempo, incluso me dio tiempo de cenar algo y preguntar a una chavalita muy simpática en información que me resolvió todas las dudas en un momento.
Sólo quedaban veinte minutos para la salida y la fila ya era interminable, como el tren que tenía que coger.  Tras bajar otras escaleras mecánicas me enfilé de nuevo en busca de mi vagón. Caminar y caminar. No calculé cuánto pero aquello era interminable. Finalmente llegué y al entrar me encontré con algo totalmente diferente al anterior. Más espacio, asientos muy cómodos, la luz más tenue, monitores donde nos pusieron luego una película. El anterior me parecía prehistórico en comparación con este. Nada de traqueteo, ni un solo movimiento brusco a pesar de ir a doscientos kilómetros por hora. Allí si que era fácil quedarse dormido o leer o escribir. Además parecía que el destino me sonreía y ponía a mi lado otra bonita muchachita aunque apenas hablamos nada mientras estaba inmersa en su teléfono móvil. Tampoco me interesé mucho y me entretuve con la película. Ya la había visto pero era entretenida. Las tres horas del viaje se me pasaban volando y el tren llegaba a su destino final para, al salir, encontrarme otra vez con cientos de personas entrando y saliendo de una estación tan grande como la anterior o incluso más. Cosas de las grandes capitales. Así, cargado con mi maleta y mi mochila, llegaba a la gran ciudad donde me esperaban los compañeros. Dejaba atrás ocho horas de viaje y novecientos kilómetros en los que los nervios iniciales se me fueron disipando poco a poco. Era hora de descansar para la aventura que me esperaba a la mañana siguiente, pero eso es otra historia.




"La niebla"

(por Jose Mª Santos)


-¿Los llamaste para decirles que ya vamos de camino para allá?
-Si, nos están esperando. Ya arreglaron la habitación y todo donde nos quedaremos.
-Hace tanto que no los veíamos…
-¡Uf! Y mucho más desde que no nos juntamos para pasar un fin de semana…
-¿Recuerdas la última juerga que nos corrimos juntos?
-¡Cómo no…! Sofía nos la jugó esa noche…
-¿Te arrepientes?
-Eres tonto ¿lo sabes?
-Lo sé, lo sé… Jajajaja
-Fue lo mejor que han hecho por nosotros. Han sido los dos mejores años de mi vida.
-¡Y eso que no estábamos del todo sobrios! Ya llevábamos algunas cervezas encima…
-Cierto… No corras mucho. No me gusta la carretera con niebla y menos de noche.
-Deberíamos haber salido antes. Es extraño, no suele haber niebla por esta carretera y cada vez es más densa.
-Por eso… No sé tú, pero yo no veo nada.
-A penas puedo ver a veinte metros. Llama a Sofía, puede que nos retrasemos un poco.
-No tengo cobertura. Y tampoco va Internet.
-¿Con el mío tampoco?
-Nada. Esperaremos un poco a ver si salimos pronto de esta niebla. ¿Qué le pasa a la radio? Se fueron todas las emisoras.
-Pon el cd…
-Tampoco suena, creo que te quedaste sin radio en el coche.

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-¿Siguen sin dar señal?
-Nada. Tienen los teléfonos apagados o sin cobertura.
-Según dijeron ya deberían haber llegado hace horas.
-¿Les habrá pasado algo? Ya estoy un poco preocupada.
-Seguro que se entretuvieron en algún sitio, son casi tres horas de viaje.
-Pero ya hace más de ocho desde que dijeron que salían, y esta foto es de poco después, cuando entraron en la carretera de camino para acá.
-Llamaré a sus padres, o al hermano de Toni a ver si saben algo.
-Yo intentaré llamarlos otra vez…

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-Por fin salimos de esta niebla asquerosa.
-Si, ya estaba poniéndome muy nerviosa. Y por lo menos volvió a funcionar la radio, parece que la niebla también la puso nerviosa, jajaja.
-No sé que le habrá pasado… ¿Se pusieron todos de acuerdo para hablarnos por whatsapp al mismo tiempo? No para de sonar…
-Parece que se volvió loco. Ciento ochenta mensajes y cincuenta llamadas perdidas. De Sofía, de tus padres y los míos, de tu hermano… ¡Vaya…! ¿Nos llamó toda la gente?
-¿Cómo?
-Y el tuyo también tiene un montón…
-Es muy raro, algo tiene que estar mal.
-¡Oh! Mira, Sofía de nuevo… Hola Sofi, ¿Qué pasó?
- …
-¿Cómo que qué nos pasó a nosotros?
- …
-¿Preocupados?
- …
-¿Cómo que ocho horas? Hace una que salimos de casa. Te estás quedando conmigo…
-¿Qué dice?
-Pregunta si nos ha pasado algo. Que llevan ocho horas intentando contactar con nosotros. Llamaron a toda la gente por si sabían algo.
-Están de broma, ya sabes cómo son. Mira el reloj.
-Llegaremos en una hora más o menos Sofi. Tranquila que estamos bien.
- …
-Nada, puedes estar tranquila, nos vemos enseguida.
- …
-Hasta ahora…. ¡Qué graciosa la tía! Ocho horas dice… Toni… Mira esto…
-¿Qué es?
-La hora del teléfono… se ha actualizado y… han pasado ocho horas…
-Debe estar mal. Mira el mío…
-No puede ser que los dos estén mal… El periódico digital también tiene la fecha cambiada…
-Una gasolinera, vamos a mirar, ya me estás preocupando…
-No hace falta que bajes, yo preguntaré.
-¿Qué te ha dicho?
-Son las seis de la mañana… del sábado…
-¿Seguro?
-Totalmente, pensó que era una broma cuando le pregunté… pensará que estamos locos…
-¿Qué es lo que ha pasado?
-Tu sabes más de cosas raras pero ¿Y si la niebla…?
-No quiero pensar demasiado en eso ahora. Mira mi mano…
-Yo también estoy temblando. Vámonos, quiero llegar cuanto antes.
-Si. Luego intentaremos averiguar qué ha pasado con esas ocho horas que nos han robado…Intenta llamar a tus padres y ya los míos. Deben estar preocupados.




Concurso de micro relatos "la primavera" 2019

"Un nuevo comienzo"
(por Jose Mª Santos)


El día despertó brillante y despejado como hacía tiempo que no ocurría. Las flores llenaban todo de infinitos colores y su aroma dejaba un ambiente embriagador. Los pájaros cantaban una hermosa melodía para deleite de nuestros oídos y gran variedad de animalitos salían de su letargo llenándolo todo de vida. Algo había cambiado, la primavera había llegado.



La imagen puede contener: flor, planta, naturaleza y exterior

viernes, 7 de junio de 2019

"Daenerys Targaryen"

Después de año y pico a medio hacer y de problemas que casi me hacen dejarlo definitivamente en los últimos pasos conseguí arreglarlo y terminarlo, aunque no sea fiel al 100%, me doy por satisfecho con el resultado.



Técnica mixta sobre papel Gvarro.
42x29cm.

"Armaguedón"

(por Jose Mª Santos)

    Ya no había vuelta atrás. todo llega a su fin y nosotros estábamos condenados.Las predicciones más favorables hablaban de un dos por ciento de supervivientes en todo el mundo. Incluso los que intentaran esconderse no tendrían posibilidad de salvación. El impacto devastador, el fuego, un aire irrespirable durante decenas de años...
    Desde su descubrimiento se intentó por todos los medios deshacerse de "eso", pero fue imposible desviarlo y mucho más destruirlo. Sólo consiguieron que una devastadora lluvia de meteoritos esté asolando el planeta lentamente mientras "Lucifer" llega. Así lo llamaron. En las noticias no se habla de otra cosa. La gente vuelve a sus hogares desde todas partes del mundo para estar con los suyos, o al menos lo intentan, pero los medios de transporte están saturados.
    El meteoro caerá ésta misma tarde. Muchos no han aguantado la tensión y se han quitado la vida desesperados pero algunos permanecemos fuertes. No hay nada más que hacer, así que hemos decidido subir a la colina a esperar el final. En este momento sólo quería estar con una persona, Rebeca, que me acompaña mientras observamos el último atardecer de la humanidad. Mañana ya no estaremos cuando el sol vuelva a salir.
    Cogidos de la mano y sentados en lo más alto recordamos lo mejor de nuestras vidas, la mayor parte juntos. No hay lugar mejor ni mejor compañía para ver un último espectáculo que en primera fila junto a quien quieres. La traca final a este mundo que creamos poco apoco con esfuerzo y dolor. Fue caótico y complicado salir de la ciudad. Saqueos, vandalismo... Por suerte mi coche seguía intacto pero tuvimos que esquivar muchos otros, barricadas, personas corriendo de aquí para allá. La locura se había apoderado de la gente estas últimas horas pero aquí sólo se respira tranquilidad.
    El sol empezaba a caer dando al cielo unos tonos rojizos, rojo sangre de un mundo a punto de extinguirse, y cubriendo cada vez más de sombras la ciudad. Minuto a minuto se apaga y otro objeto toma protagonismo haciéndose cada vez más brillante. Ahora se veía claramente. Junto a él podían verse los restos de las explosiones de los intentos por detenerlo. Nos habían acompañado durante días pero ahora caían en mayor número.
    Rebeca estaba temblando. Le pasé el brazo por el hombro y se acurrucó junto a mí. La lluvia de meteoritos lo estaba barriendo todo antes de que "Lucifer" impactara contra la tierra. La oscuridad se hizo al desaparecer completamente el sol. Iluminados tenuemente por el asteroide  al encenderse por la fricción con la atmósfera vi por última vez aquellos ojos frente a los míos. Decían tanto con tan poco... Bajo aquel espectáculo tan hermoso y tan sobrecogedor al mismo tiempo nos fundimos en un abrazo y en un último "te quiero". Ya no quedará nadie para recordar momentos así, sólo caos y destrucción. Todos sabíamos que tarde o temprano llegaría de una forma u otra. La Tierra necesitaba renovarse y esta era la forma más rápida y menos dolorosa de hacerlo. El hombre desaparecerá junto con todo lo que hemos creado. Nos lo merecemos.




Acuarela y tinta sobre papel
18x12cm.

Concurso de micro relatos "Pluma, tinta y papel" 2019

El regreso
(por Jose Mª Santos)


El viaje había sido largo. El viento en contra lo había retrasado demasiado y tras la tormenta de noches atrás su única guía habían sido el sol y las estrellas. Pero por fin divisaba, desde lo alto de la proa, la luz del faro abriéndose camino entre la bruma nocturna. Lo había conseguido contra todo pronóstico pero tal vez ya era demasiado tarde para encontrarla allí, fiel a su promesa.




"Así es la vida"

(por Jose Mª Santos)

"Vivimos la vida a toda velocidad
buscando un camino que seguir
una persona con quien compartir
cada momento hasta la eternidad.
Persiguiendo sueños inalcanzables
de los que pocos se cumplirán,
deseos que hacen palpitar
a los corazones más invulnerables.
Y a veces nos sonríe el destino
dándonos algo de lo que buscamos,
guiando el camino por el que andamos
o devolviéndonos lo que perdimos."

Aniversario

(por Jose Mª Santos)

Como cada veintiuno de abril tenía que ser una noche especial, por eso había estado todo el día tan nerviosa. Ésta vez me tocaba a mi organizarlo. Cena para dos en un ambiente romántico y tranquilo: velas aromáticas sobre la mesa aunque siempre terminaba regalándome un ramo de rosas cuando llegaba que dejaban en el aire una fragancia especial, esa música relajante que tanto nos gustaba y que me enseñó en nuestra primera cena juntos, nuestras mejores galas, era el día ideal para ponerme el vestido rojo ceñido de tirantes que le volvía loco. Todo estaba listo para nuestro quinto aniversario, pero faltaba lo más importante, él. Sólo han pasado dos meses desde el accidente pero tenía que hacerlo, él habría querido verlo. Aún lo siento tan cerca que a veces creo que está a mi lado. Y allí estaba ahora, sentada mirando al vacío frente a mí, como si estuviera sentado conmigo esperando servir la cena. No sé cuanto tiempo lloré ni cuanto pasó desde que me quedé dormida. Ni siquiera sé si seguía dormida y todo era un sueño, pero sentí cómo alguien me acariciaba la mano suavemente. Al principio me asusté y pegué un brinco sobre la silla temblando pero luego creí comprender. Siempre decía que me amaría incluso más allá de la muerte. La verdad, he conocido muchos hombres, pero nunca antes uno como él, desde el día que lo conocí me demostró que me quería de verdad, atento y detallista, un galán y un caballero como pocos quedan, y con una pizca de locura que lo hacía irresistible. Solía bromear con que si un día nos casábamos dejaría a todos boquiabiertos en el momento en el que el cura dijera eso de “hasta que la muerte os separe”. Él respondería que no y los haría sufrir durante unos instantes para poder captar sus caras en fotos y vídeos, y reírnos luego cuando los viéramos. Luego seguiría con que lo haría más allá de la muerte, hasta el final de los tiempos. Creo que en lo más profundo de mí sabía que estaba allí, a mi lado, y no quería dejarme sola en un día tan importante.




Acuarela sobre papel.
12x18cm.

Ángel o demonio

"Todo ángel oculta un demonio"
Diseño para tatuaje.
Me pidieron un diseño de unas alas hace tiempo, una de ángel y otra de demonio, y cuando por fin me puse con ellas un flashazo me dio una idea, ¿por qué no hacer unas de ángel que se conviertan en demonio?



jueves, 25 de abril de 2019

"El filo de las profundidades"

(por Jose Mª Santos)


Nadie se atrevía a viajar por aquellos parajes y mucho menos un jinete solo y sin protección, lo que llamaba la atención de los moradores del desierto. Por eso los exploradores orcos lo seguían a escondidas. Intentaban averiguar quién era y hacia dónde se dirigía y se sorprendieron al verlo tomar el camino hacia la Gran Meseta. Era un camino peligroso a través del desierto de rocas hasta las montañas, y no sólo por los orcos que merodeaban por allí. El sendero que subía entre montañas era escarpado y pedregoso, como casi todo en aquella región, de muy difícil acceso, pero era el único camino hasta la gran planicie conocida como La Gran Meseta Roja. Por eso un cruel y poderoso caudillo orco llamado Garzhog “el Despiadado” había instalado allí a su tribu, al pie de una antigua fortaleza en ruinas de edades anteriores. Desde allí se divisaba toda la región a cientos de leguas de distancia.

Mientras ascendía lentamente por el sendero docenas de ojos vigilantes los observaban escondidos, con sus arcos tensos y dispuestos para acribillarlo con sus flechas envenenadas, pero ninguna voló sobre los acantilados rocosos. Tras un largo camino atravesó la puerta de acceso a la planicie. Dos columnas de roca, grabadas hace años con runas y símbolos de los antiguos habitantes de la región, ahora tallados con toscas cabezas de orco y pintarrajeadas con los colores y símbolos del clan, daban paso a una extensa llanura protegida por las montañas en todo su perímetro. Allí un puñado de orcos se le echaron encima inmediatamente mientras otros le apuntaban con sus arcos, pero una orden imperiosa los hizo detenerse delante de él.

-Llevadme ante vuestro jefe. –Sonó una voz potente debajo de aquella capucha negra que ocultaba su rostro. Inmediatamente un orco de piel oscura lo llevó por las riendas hasta las puertas de la fortaleza en ruinas. Allí, bajo una tienda, se encontraba un enorme orco de aspecto imponente, vestido con pieles y partes de una armadura desgastada, que se sorprendió y enfureció al ver a aquel forastero que ahora desmontaba de su caballo. Una daga voló rozando su cabeza clavándose en la garganta del otro orco que sujetaba las riendas del caballo y el enorme caudillo cogía un hacha dispuesto a matar al visitante.

-Yo escucharía primero lo que tengo que ofrecerte. –Dijo el viajero echándose hacia atrás la capucha y dejando ver su rostro.

Era un hombre de porte noble, pelo oscuro y trenzado como un elfo que le caía por los hombros y barba de una semana. El orco se detuvo frente a él. A pesar de la altura del forastero el orco lo sobrepasaba en otras dos cabezas más de altura y su musculatura prodigiosa.

-Habla antes de que te parta en dos. –Dijo con una voz gutural.

-Busco a Garzhog. He oído que ha intentado unir todas las tribus de orcos bajo un mismo estandarte, pero que sus rivales se lo han impedido y ahora quieren eliminarlo.

-Esos malditos bastardos acabarán sucumbiendo bajo mis botas.

-Pero no tienes el poder ni el ejército suficiente para hacerlo. –Dijo sonriendo. Desde el principio supo exactamente a quien buscar.- Yo puedo darte lo que necesitas.

Garzhog intentaba intimidarlo pero la mirada del extraño viajero era arrogante y segura de sí mismo. Entonces surgió un humo negro de sus manos y apareció un gran hacha de guerra. Su mango era de madera negra forrado de cuero y su hoja era también negra con un brillo rojizo. Unas runas antiguas estaban inscritas en ella.

-Este es Brandurt, “el Filo de las Profundidades”. Fue forjado en las fraguas del inframundo hace milenios. Con él someterás a tus enemigos y tu pueblo será grande como nunca antes lo ha sido bajo tu mando. Es tuyo si lo quieres. –Dijo extendiéndole el arma. Garzhog lo cogió y unas chispas recorrieron la hoja grabando su nombre en ella con runas y una nueva fuerza invadió su cuerpo mientras la sujetaba. –Te acepta como amo.

-¿Quién eres, hechicero, y por qué me entregas esto? –Preguntó el orco sorprendido.

-¿Qué importa eso? –Respondió- No soy nadie importante. Solo necesito a tu pueblo unido bajo el mando de un caudillo poderoso e inteligente. Entonces todos os temerán y su miedo será mi regocijo. Sólo hay una condición. Un día necesitaré a tu pueblo y acudiréis a mi llamada, de lo contrario el portador del arma sucumbirá bajo su hoja y su alma vagará eternamente. Recuerda estas palabras a tus hijos, pues será alguno de ellos quien deba hacerlo.

-¿Y cómo sabremos cual es esa llamada? –preguntó el orco.

-Él os lo dirá y os guiará. –Dijo señalando el hacha con la mirada. El orco se puso el puño en el pecho y levantó el arma en señal de lealtad.

-Si Brandurt me da el poder que quiero mi pueblo acudirá a tu llamada.

El viajero asintió, se cubrió de nuevo con la capucha y montó en su caballo volviendo por donde había venido. Toda la tribu lo siguió con la mirada, atónitos y sin saber qué había ocurrido. Cuando se había alejado lo suficiente, sendero abajo entre las rocas, y habiendo dejado atrás la planicie el caballo le habló con una voz profunda.

-Sigo sin entender por qué lo has hecho. Tarde o temprano descubrirán de dónde salió ese arma.

-Podrían haberlo encontrado en el túmulo de la gran batalla y no me importa perderla por un tiempo. Aún queda mucho por hacer y no lo conseguiremos solos.

Y con un reflejo verde en sus ojos desaparecieron como humo en la extraña niebla que empezaba a formarse en los profundos valles.


"Garzhog, El despiadado"
Tinta en papel, 18x12cm.


"Ana"

(por Jose Mª Santos)



            Habría sido un fin de semana cualquiera, pero me trajo recuerdos que ya había dejado atrás hace mucho tiempo y que ahora vuelven de vez en cuando a mi cabeza.
            Habían abierto un nuevo bar en la ciudad y decidimos ir a ver qué tal estaba. Nos habían hablado muy bien de él a pesar del poco tiempo que llevaba abierto. El local estaba muy bien en realidad, era agradable y tenía un buen ambiente, gran variedad de bebidas y comida de todo tipo y sobre todo era barato.  Nuestra intención era echarnos unas cervezas, unas risas y charlar tranquilamente, y en esas estábamos cuando un reflejo, una imagen fugaz, me pasó por el rabillo del ojo.
            Entonces me giré y la vi. Tuve que mirar dos veces porque no me lo creía. Aquella mirada no podré olvidarla por muchos años que pasen. Ana. La primera chica por la que estuve enamorado de verdad.
            Todavía éramos unos chavales cuando la conocí y nos veíamos como vecinos del barrio, aunque la verdad siempre me llamó la atención su pelo rubio y sus ojos azules. Me parecía un ángel caído del cielo, de esos que describen los cuentos y las historias fantásticas. Pero fuimos creciendo y en el instituto me empezó a gustar cada vez más. La veía todos los días entre clases, en el barrio, en el bus… Y entre estudios y amigos un pensamiento se abría paso en mi mente más y más. Caí enamorado de ella hasta los huesos. Sus ojos, su pelo, su voz… pero por aquel entonces era tímido y estúpido y nunca me atreví a decirle nada.
            El tiempo pasó y se fue del barrio. Ahí le perdí la pista y durante más de quince años no supe nada de ella. Y allí estaba ahora, frente a mí. Ni siquiera sé si me reconocía. Más mayor, con el pelo más oscuro, algo más rellenita, creo que como muchos a nuestra edad, pero con la misma mirada. Ella hizo su vida y yo la mía, en la que me arrepentí miles de veces de ser tan cobarde, pero todo aquello pasó. Si pudiera volver atrás en el tiempo intentaría hacer las cosas de otra manera, pero no hay vuelta atrás.
            ¿Pensar que sigo enamorado de ella después de tantos años? Pues ahora no lo veo así, las cosas han cambiado, yo he cambiado. Solo es un recuerdo más de aquella época. Pero no podría asegurarlo al cien por cien. Puede que en lo más profundo del corazón me quede una llamita, apenas unas ascuas que se avivan cada vez que la veo y me traen imágenes de un pasado remoto. Hemos vuelto por aquel sitio más veces y allí he vuelto a encontrar esos ojos que me atraían como imanes y que ahora, aun haciéndolo igual que entonces, no los veo del mismo modo. Quién sabe, puede que incluso volvamos a acercarnos con el tiempo y recordemos aquellas historias pasadas.



"Duelo al sol de medio día"

(por Jose Mª Santos)


       El día era caluroso, normal en ésta época del año y en éstas latitudes. Durante toda la mañana quien se cruzaba conmigo me miraba de una forma extraña, con lástima. No había sonrisas hoy en el pueblo cuando yo estaba cerca. Ya estaba a punto de ser la hora acordada. Me bebí el whisky que quedaba en mi vaso de un solo trago mientras todos me miraban de reojo en el salón. Me puse el sombrero y me dirigí hacia la puerta pero una mano delicada me agarró del brazo. Al girarme encontré a la joven con quien había pasado la noche anterior. Sus ojos estaban tristes y una lágrima le caía por la mejilla. Me dio un beso, el último beso, y me deseó suerte. Algunos se rieron en voz baja cuando la escucharon pero enseguida dejaron de hacerlo cuando los miré uno por uno. Le limpié las lágrimas tiernamente y me despedí de ella dándole las gracias. Lástima que una chica tan hermosa tuviera una vida como la suya. La miré una última vez y salí del salón.
            Las calles estaban desiertas, aun siendo una hora en la que normalmente bullía con todo tipo de actividades, pero las ventanas y puertas estaban llenas de ojos expectantes que me observaban. Acaricié a mi caballo antes de dejarlo atrás y dirigirme a la plaza del ayuntamiento. Allí me esperaba una figura erguida, vestida de negro que miraba fíjamente. Era un hombre curtido por la intemperie, de los que pasaban largas jornadas al sol y dormía sobre mantas en la arena del desierto, de rostro rudo y un bigote fino que le daba un aspecto fiero y que contrastaba con el mío, de pantalón y chaqueta y botas relucientes. Nadie daba un centavo por mí, con mi apariencia de chico bueno y decente de ciudad.

- Pensé que tendría que enviar a mis chicos a buscarte. – Dijo mientras mascaba un trozo de palillo con los pulgares metidos por el cinturón. Yo no dije nada. Caminé lentamente a su alrededor hasta colocarme en la posición correcta. Un silencio de muerte reinaba en todo el pueblo. Algunos, los más valientes y menos sensibles, salieron de sus casas para presenciar aquel acto grotesco, donde sólo uno de los dos saldría vivo. Otros se preguntaban por qué nadie hacía nada para impedirlo, ni siquiera las autoridades estaban presentes en aquel momento.
            Apenas quedaban unos minutos para el gran momento. El sudor caía por mi cara mientras observaba a mi oponente detenidamente. Él hacía lo mismo y una sonrisa apareció en su rostro bajo la sombra de su sombrero. Estaba muy seguro de sí mismo y no dudaba en alardear delante de todos. El ambiente estaba tenso, no sólo por el calor, sino por el momento. Ninguno de los dos movía un solo músculo. Entonces se escuchó un clic casi imperceptible que seguro que la mayoría no escuchó, y el reloj del ayuntamiento empezó a tocar las campanadas del medio día.

“Doonng”…

            Dos disparos se escucharon entrecortados por el sonido del reloj…

“Doonng”…

            Veloces como dos serpientes habíamos echado mano a nuestros revólveres para disparar…

“Doonng”…

            El polvo se levantó cuando mi oponente cayó al suelo estrepitosamente…

“Doonng”…

            Las mujeres se tapaban los ojos para no ver lo ocurrido y los que miraban dejaron escapar una exhalación de asombro.

“Doonng”…

            Una tras otra el reloj daba las doce campanadas que resonaban en todo el pueblo, mientras yo permanecía inmóvil apuntando con mi revólver al otro tipo que yacía sin vida en el suelo. Tenía la fama de ser uno de los pistoleros más rápidos y crueles de todo el oeste, pero apenas pudo sacar su pistola en aquel duelo. Dos disparos certeros, uno en el corazón y otro en la cabeza, se lo impidieron. Estúpido mal nacido… Ni siquiera me reconocía. Aquella jugada en la timba de póker la noche anterior sólo era una excusa para traerlo hasta aquí y ejecutarlo delante de su banda, que estaban ahora perpléjos ante la muerte de su líder y de todo el pueblo, por los crímenes cometidos contra mi familia hace años al otro lado del mundo, en Europa, de donde había venido huyendo.
            Por fin lo había encontrado. Por fin había hecho justicia.


Acrílico y tinta en papel,12x18cm.

"Mientras duermes"


     (por Jose Mª Santos)


       Es una sensación tan hermosa verte dormir… Si me preguntaran dónde he estado esta noche respondería que en el cielo velando el sueño de un ángel. Tan dulce, tan tierna mientras acaricio tu pelo negro y tu suave piel, acurrucada en mis brazos en éstos días tan fríos. Me gusta sentir tu pecho subiendo y bajando con esa respiración tranquila y relajada y el latir de tu corazón tan cerca del mío, sin sobresaltos, sin preocupaciones. Sólo hay algo que me gusta todavía más que eso y es ver tus ojos color miel dándome los buenos días cuando te despiertas y me preguntas qué hora es. Tu voz es la más hermosa melodía que cualquier hombre podría escuchar en su vida. ¿Qué importa la hora? El tiempo no existe cuando estoy contigo, no hay horas, no hay minutos. Solos tú y yo en un abrazo infinito.



Grafito en papel, 18x12 cm

miércoles, 24 de abril de 2019

Concurso de micro relatos "La primavera la sangre altera" 2019


Un nuevo comienzo
(por Jose Mª Santos)

El día despertó brillante y despejado como hacía tiempo que no ocurría. Las flores llenaban todo de infinitos colores y su aroma dejaba un ambiente embriagador. Los pájaros cantaban una hermosa melodía para deleite de nuestros oídos y gran variedad de animalitos salían de su letargo llenándolo todo de vida. Algo había cambiado, la primavera había llegado.



La imagen puede contener: flor, planta, naturaleza y exterior

Concurso de micro relatos "Pluma, tinta y papel" 2019


El regreso.
 (por Jose Mª Santos)

El viaje había sido largo. El viento en contra lo había retrasado demasiado y tras la tormenta de noches atrás su única guía habían sido el sol y las estrellas. Pero por fin divisaba, desde lo alto de la proa, la luz del faro abriéndose camino entre la bruma nocturna. Lo había conseguido contra todo pronóstico pero tal vez ya era demasiado tarde para encontrarla allí, fiel a su promesa.



La imagen puede contener: cielo, nube, exterior y naturaleza

Concurso de micro relatos "Escritores al alba" 2019


Rojo amanecer
(por Jose Mª Santos)

El rojo del amanecer se convirtió en fuego y sangre cuando, poco antes del alba, pudimos contemplar una figura oscura y terrible en el horizonte. Con su vuelo veloz apenas tuvimos tiempo de huir. Estábamos avisados pero no quisimos creerlo. Ahora contemplamos con horror la devastación de nuestro pueblo mientras la bestia se regodea entre las ruinas.





De vuelta a un género que siempre me ha gustado, la fantasía. Algunos pensarán que está sacado de Juego de tronos, tan de moda últimamente, pero sólo es un trocito de un mundo que lleva forjándose hace años en mi cabeza y que poco a poco irá saliendo.

Concurso de micro relatos "Micro atardeceres" 2018

"Miradas al atardecer"
(por Jose Mª Santos)

     Nunca olvidaré ese momento, el lugar donde todo comenzó. Allí estábamos, sentados en aquella roca, como dos jóvenes enamorados mirando al mar. La luz rojiza del atardecer le daba a la escena una atmósfera especial. Hasta entonces sólo habíamos sido dos buenos amigos pero todo cambió. Nuestras miradas se cruzaron y nuestros corazones empezaron a latir como uno solo.



La imagen puede contener: una o varias personas, océano, cielo, crepúsculo, nube, exterior, naturaleza y agua

domingo, 24 de marzo de 2019

"Amanecer de una leyenda"

Otro pasito más dentro de mi proyecto sobre mitología celta.



"Amanecer de una leyenda"
Acrílico sobre lienzo, 25x30 cm.



    En la Mitología celta hay gran cantidad de mitos y criaturas procedentes de ríos, lagos o el mar, pues el agua es parte esencial de la vida, y muchas de ellas son mujeres de hermosa apariencia, aunque no todas son buenas.
    La dama del lago es un personaje muy conocido de las leyendas del rey Arturo, que procede de esta mitología. Tiene diferentes versiones y nombres y características según los autores: un hada o mujer, con poderes mágicos casi siempre. Aquí la represento en una de sus versiones más conocidas, Saliendo del lago y portando a Excalibur.

"Carta a mi mejor amiga"

(por Jose Mª Santos)


      Hace tanto que te conozco que ya no recuerdo cuándo fue la primera vez que hablamos ni cómo empezamos a hacerlo, pero desde entonces algo despertó en mí, algo había cambiado. Sin darnos cuenta te fui conociendo y te mostré mis rincones más oscuros, algo que casi nadie conoce. Contigo he pasado tantos buenos ratos que sería difícil escoger uno, tantas buenas charlas hablando de todo, fantasías, sueños, historias diarias, a veces hasta bien entrada la madrugada, que poco a poco te han hecho un huequecito en lo más profundo de mí, ahí de donde nada ni nadie podrá sacarte por mucho tiempo que pase. Así ahora eres tan imprescindible para mí como mi propia existencia, una parte sin la que me sentiría cojo, ciego, vacío. Has estado a mi lado en momentos difíciles y me has ayudado a conseguir cosas que yo solo habría dado por imposibles. Puedo decir sin lugar a dudas que soy como soy gracias a ti y siempre me has mostrado un camino por el que seguir. Aun con todo esto me es tan complicado hablarte de ciertos sentimientos que me guardo para mí. No sé que es realmente y no puedo explicarlo pero cuando no estás siento que me falta algo. Puede que ya te hayas dado cuenta, seguro que lo has hecho. Tal vez tenga miedo de que algo cambie y prefiera seguir así aunque por dentro me esté quemando eternamente. Si no lo sabías ahora descubrirás con esta carta el único secreto que te oculto, pero tenía que escribirla como agradecimiento por darme cada momento que pasamos juntos, aunque no siempre puedas estar conmigo. Agradecerte cada idea, cada imagen, cada rima o historia que me susurras ya sea de día o de noche, despierto o mientras duermo, porque sin ti no sería nada, sólo alguien normal y corriente con otras aficiones, con otros gustos. Por eso escribo esto para ti, mi musa, para mi gran amiga, mi Inspiración.



"El anciano del bosque"

(por Jose Mª Santos)

           Tras dejar aquella cabaña ruinosa atrás se dirigieron al bosque desfiladero abajo. Desde que divisaran el valle tras aquellas escarpadas montañas una especie de desasosiego invadió al grupo. Corrían historias sobre aquellos parajes que hablaban de hechizos y brujería. El desfiladero se estrechaba más y más mientras descendían. Enormes rocas verticales se cernían sobre ellos a uno y otro lado del grupo. Cuanto más descendían más parecía pesar el aire a su alrededor y los caballos parecían cansados. Alguien sugirió que el embrujo empezaba a afectarles. Finalmente, tras un recodo del camino, las rocas terminaron y se encontraron ante un extenso bosque de árboles de tonos oscuros, sin un solo brillo aun a la luz del sol de mediodía. Por eso se lo conocía como el Bosque Oscuro. El camino serpenteaba quinientos o seiscientos metros antes de que las sombras de los árboles lo cubrieran por completo. Los caballos se resistían a seguir por momentos, recelosos de las sombras, pero los jinetes les hicieron continuar. Aun así seguían inquietos y resoplaban sin cesar asustados.
            Lentamente llegaron al borde mismo del bosque. Desde allí apenas podían ver el camino más allá de una docena de metros. Entonces una voz los sobresaltó. A su derecha había sentado sobre el tocón de un árbol caído un anciano de pelo blanco como la nieve y vestido con una túnica andrajosa. Ni siquiera se habían dado cuenta de su presencia hasta que les saludó amablemente.

-Un extraño grupo –Dijo al ver a los jinetes, algunos con armaduras otros no, pero todos armados con espadas, hachas o arcos- ¿Hacia dónde os dirigís?

-Somos viajeros –Dijo quien iba al frente evitando dar muchas explicaciones-. Necesitamos cruzar el bosque.

-Mala idea –Respondió el anciano-. Nadie atraviesa el bosque, aun pertrechados como vosotros. Dicen que está embrujado.

-Eso hemos oído, pero no creemos en esas historias. –Quién hablaba era un anciano de barba blanca que portaba un cayado con runas grabadas, un mago sin duda.

-Sólo quería advertiros, mi señor. –Dijo el anciano con una reverencia-. Hace tanto que no encuentro viajeros… Nadie viene por aquí excepto esos salvajes de piel verde, pero ni siquiera ellos se adentran en el bosque. Tienen miedo de la torre que vigila desde la colina, al otro lado. Creen que un hechicero mora en ella.

-¿Cómo has sobrevivido a los orcos hasta ahora?

-¡Oh! Esas bestias son muy supersticiosas, un par de trucos, unos supuestos amuletos mágicos y te dejan tranquilo. –Entonces se levantó con dificultad apoyándose sobre un bastón resquebrajado. Por sus crujidos parecía que se rompería en cualquier momento. –Os deseo un buen viaje y tened cuidado. No es la magia lo que debéis temer ahí dentro –Los hombres se quedaron esperando a que continuara mientras se movía lentamente hacia el camino.

-¿Qué? –Preguntó por fin el cabecilla- ¿Qué hay en el bosque? ¿Con qué debemos tener cuidado?

-Lobos, joven amigo, lobos tan grandes como vuestros caballos. Los escucho cada noche. Sus aullidos retumban por todo el valle. –Y se alejó pesadamente camino arriba hacia el desfiladero. Aquella cabaña de la cima seguro que era suya.

-¿Quién eres? –Preguntó el mago-. ¿Cuál es tu nombre?

-¿Qué importa eso? –Respondió- Hace tanto que no soy nadie… -Y continuó sin mirar atrás dejando a los jinetes perplejos.


Aquel anciano les había puesto la piel de gallina pero no había vuelta atrás. Con lobos o sin ellos tenían que seguir adelante. Poco a poco las sombras los envolvieron y dejaron de verse entre los árboles. El anciano miró atrás por un momento, sonriente, los ojos le brillaron con un reflejo verde esmeralda y desapareció entre las rocas del desfiladero.


Tinta sobre papel Fabriano
18x12cm

"El piloto"

(por Jose Mª Santos)


-Once y treinta y siete hora interestelar. Pasajeros acomodados en sus asientos y listos para la travesía. Mercancía cargada en las bodegas correctamente. Sistemas de navegación listos.
            -Pista libre, capitán. Procedemos a despegar.

            Así comienza un nuevo trayecto por el espacio. El inmenso espacio sideral. Un lugar oscuro e infinito del que apenas conocemos unas cuantas galaxias y un puñado de rutas. Somos tan pequeños aquí fuera, tan insignificantes, que me he preguntado muchas veces por qué existimos. Cual es nuestra función en este vacío eterno.
He hecho esta ruta, como tantas otras en mis largos años como capitán, cientos de veces y me sigo maravillando. Es todo tan hermoso… Desde la tierra es imposible apreciar tal belleza. Los millones de luces que nos iluminan lo impiden, pero cuando sales aquí fuera todo cambia. Desde muy joven me enamoré del espacio, de sus galaxias y su vacío y sólo unos cuantos tienen el privilegio de contemplar este espectáculo de luces de colores como es en realidad, sin retoques ni efectos de ningún tipo. Entonces llega el momento de saltar a hiper velocidad y un nuevo paisaje se muestra a tu alrededor. Entras en un túnel espacio-temporal en el que todo pasa tan veloz que parece que el tiempo se detiene. Como si pusieras en pausa un programa de esos que emitían las arcaicas televisiones. Todo se alarga y se estira hasta el infinito. Las estrellas se convierten en larguísimas estelas sin principio ni final, las nebulosas son un simple vaho en el cristal… Entonces vuelves a salir de hiper velocidad y todo vuelve a ser el espacio infinito con sus galaxias, pero es otro espacio, otro lugar.
            Son las veinticuatro y trece, hora interestelar. Tras unas horas de viaje aterrizamos en la colonia donde toda esta gente sigue con sus trabajos, con sus problemas, con sus vidas, sin siquiera contemplar unos instantes ese gran espectáculo que sólo unos pocos privilegiados como yo saben apreciar. Donde se encuentra esparcida la esencia de nuestro ser, de lo que somos realmente, un puñado de polvo. Por eso soy piloto interestelar y por eso me gusta mi trabajo.



Acuarela y tinta sobre papel fabriano.
18x20cm


"Keko Rasta" 12

"Dostó, dostó... me duele la cabeza..."
"Pos vente pa´cá que te quito el dolor en un momento..."
Posible respuesta de "Keko Rasta" estas últimas semanas. El "pijama" y el gorrito de papel no aguantaban ni medio asalto entre enganchones y herramientas... como su paciencia, aunque parezca mentira.


martes, 12 de febrero de 2019

Retrato por encargo, febrero 2019

Retrato en acrílico sobre lienzo montado en bastidor artesanal. Tamaño 55x40 cm. 10/02/2019.




"Keko Rasta" 11

"Keko Rasta" se ha "pringao" hasta las orejas de silicona y se va quedando pegado a las paredes... "Silicona-man" ha llegado a la ciudad... Jajaja






-Nota:
Si sigues el blog te habrás dado cuenta... No hay un "Keko Rasta" 10 porque va incluido en la felicitación navideña de 2018

Concurso de micro relatos "Inspiraciones nocturnas 2019" de Diversidad Literaria


"La noche y yo"
(por Jose Mª Santos)
06/01/2019

Nada me relaja más después de un día duro que un paseo a la luz de la luna bajo el cielo estrellado. Sólo mis pensamientos y yo. Es ahí cuando surge mi Yo más profundo y sólo entonces fluyen de verdad los sentimientos. La noche tiene ese efecto en mí, me abre el corazón y despierta mis sentidos, como si la luna me susurrase al oído todo lo que quiero escribir.



Concurso de micro relatos de temática libre


"Encerrados"
(por Jose Mª Santos)
28/12/2018

Eran días difíciles y sabíamos que esto traería consecuencias. El sonido de las máquinas de escribir inundaba la oficina con su claqueteo incesante. Habían ocurrido demasiados acontecimientos en tan poco tiempo que estábamos saturados. La ciudad caía en picado y las autoridades no hacían nada para impedirlo. La mayoría habían sido sobornados o estaban asustados y no quedaba un solo policía honesto, pero nosotros no teníamos miedo. Las mafias controlaban todo y tarde o temprano vendrían a por nosotros. Las puertas estaban atrancadas y las ventanas selladas. No sabíamos cuantos saldríamos de allí ni cómo conseguiríamos publicarlo, pero teníamos que contar todo. El mundo debía saberlo y tal vez estas hojas lleguen a buen puerto.