Entrada destacada

"La misión del espantapájaros"

Ya a la venta "La misión del espantapájaros", un cuento para niños a partir de 6 años en el que he participado haciendo todos los ...

jueves, 27 de junio de 2019

"En las Mazmorras"

(por Jose Mª Santos)


Las escaleras bajaban retorciéndose sobre sí mismas en una espiral oscura e interminable. Desde la entrada podía olerse el hedor nauseabundo que subía desde abajo. Los guardias bajaron al prisionero a empujones haciéndolo caer en varias ocasiones y haciendo que se levantase a patadas y golpes de porra. Abajo el panorama era aún peor. Una amplia sala iluminada por antorchas y amueblada con toda clase de máquinas de tortura daba paso a otro pasillo estrecho con calabozos a ambos lados cerrados con grandes portones de madera o rejas.
            Los prisioneros se hacinaban en ellos, vestidos con andrajos y encadenados a las paredes o al suelo. La mayoría estaban mugrientos y apestaban y los que más tiempo llevaban estaban famélicos. Su dieta se basaba en un pedazo de pan y un poco de agua cuando se acordaban los guardias. Los suelos estaban llenos de toda clase de porquerías  y no era raro que de vez en cuando algún prisionero muriera y lo dejaran pudrirse allí entre moscas y ratas.
            El guardia abrió la puerta del fondo, empujaron al prisionero al interior y lo encadenaron a la pared. Aquella jaula estaba algo mejor que las otras que había visto fugazmente al pasar y solo tenía un prisionero hasta entonces. Los guardias salieron y cerraron el portón con llave y una pálida luz lo recorrió hasta desaparecer entre los goznes y dejándolos a oscuras. Al rato el antiguo prisionero habló con voz débil.

-Bienvenido al infierno. –Dijo.

-Esto no se parece en nada al infierno, créeme.

-¿Por qué estás aquí? ¿Cómo te atraparon? Perdona si te molesto, pero llevo semanas solo en esta prisión y sin hablar con nadie.

-Intenté asesinar a alguien importante. –Respondió sonriendo y las cadenas repicaron en la oscuridad.- Y me dejé atrapar.

-A mi me acusaron de usar magia prohibida. –Continuó.- Lo que es cierto.

-Lo sé. Por eso estoy aquí. –Y al levantar la cabeza y encontrárselo frente a su cara se asustó y cayó de espaldas al suelo.  –Necesito que me ayudes.

-¿Cómo…? –Alcanzó a preguntar cuando sus cadenas se volatilizaron. –Es imposible usar la magia aquí dentro. Lo he intentado.

-Mi magia es más poderosa que eso. Pero tenía que hacerlo desde dentro. –Respondió- Te sacaré de aquí a cambio de que me enseñes eso que no quieren que hagas.

-¿Quién eres? –Preguntó mientras le extendía la mano en señal de gratitud.

-Eso ahora no importa. A su debido tiempo tu y todos lo sabrán. –Respondió de nuevo estrechando su mano y ayudándolo a levantarse.

            En la oscuridad, apenas iluminado por la luz de las antorchas que entraba por el hueco de la puerta pudo ver su rostro, de porte noble y hermoso, con perilla y pelo largo, negro y trenzado. No sabía quién podía ser aquel hombre que había burlado la magia del Gran Magíster de la ciudadela y estaba dispuesto a sacarlo de allí, pero podía intuir que era poderoso, más de lo que llegaría a ser él nunca. Tampoco le importaba. Había pasado en aquel pozo apestoso demasiado tiempo como para importarle. Los ojos de aquel extraño brillaron con una tenue luz esmeralda y un instante después habían desaparecido en una nube oscura como la noche sin luna. Cuando, transcurridas varias horas, volvieron los guardias a por el prisionero para interrogarlo no pudieron explicarse cómo y por qué estaba vacío el calabozo...



Lápices acuarelables y tinta sobre papel Fabriano
18x12cm

No hay comentarios:

Publicar un comentario