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domingo, 24 de marzo de 2019

"El piloto"

(por Jose Mª Santos)


-Once y treinta y siete hora interestelar. Pasajeros acomodados en sus asientos y listos para la travesía. Mercancía cargada en las bodegas correctamente. Sistemas de navegación listos.
            -Pista libre, capitán. Procedemos a despegar.

            Así comienza un nuevo trayecto por el espacio. El inmenso espacio sideral. Un lugar oscuro e infinito del que apenas conocemos unas cuantas galaxias y un puñado de rutas. Somos tan pequeños aquí fuera, tan insignificantes, que me he preguntado muchas veces por qué existimos. Cual es nuestra función en este vacío eterno.
He hecho esta ruta, como tantas otras en mis largos años como capitán, cientos de veces y me sigo maravillando. Es todo tan hermoso… Desde la tierra es imposible apreciar tal belleza. Los millones de luces que nos iluminan lo impiden, pero cuando sales aquí fuera todo cambia. Desde muy joven me enamoré del espacio, de sus galaxias y su vacío y sólo unos cuantos tienen el privilegio de contemplar este espectáculo de luces de colores como es en realidad, sin retoques ni efectos de ningún tipo. Entonces llega el momento de saltar a hiper velocidad y un nuevo paisaje se muestra a tu alrededor. Entras en un túnel espacio-temporal en el que todo pasa tan veloz que parece que el tiempo se detiene. Como si pusieras en pausa un programa de esos que emitían las arcaicas televisiones. Todo se alarga y se estira hasta el infinito. Las estrellas se convierten en larguísimas estelas sin principio ni final, las nebulosas son un simple vaho en el cristal… Entonces vuelves a salir de hiper velocidad y todo vuelve a ser el espacio infinito con sus galaxias, pero es otro espacio, otro lugar.
            Son las veinticuatro y trece, hora interestelar. Tras unas horas de viaje aterrizamos en la colonia donde toda esta gente sigue con sus trabajos, con sus problemas, con sus vidas, sin siquiera contemplar unos instantes ese gran espectáculo que sólo unos pocos privilegiados como yo saben apreciar. Donde se encuentra esparcida la esencia de nuestro ser, de lo que somos realmente, un puñado de polvo. Por eso soy piloto interestelar y por eso me gusta mi trabajo.



Acuarela y tinta sobre papel fabriano.
18x20cm


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