Entrada destacada

"La misión del espantapájaros"

Ya a la venta "La misión del espantapájaros", un cuento para niños a partir de 6 años en el que he participado haciendo todos los ...

domingo, 24 de marzo de 2019

"Amanecer de una leyenda"

Otro pasito más dentro de mi proyecto sobre mitología celta.



"Amanecer de una leyenda"
Acrílico sobre lienzo, 25x30 cm.



    En la Mitología celta hay gran cantidad de mitos y criaturas procedentes de ríos, lagos o el mar, pues el agua es parte esencial de la vida, y muchas de ellas son mujeres de hermosa apariencia, aunque no todas son buenas.
    La dama del lago es un personaje muy conocido de las leyendas del rey Arturo, que procede de esta mitología. Tiene diferentes versiones y nombres y características según los autores: un hada o mujer, con poderes mágicos casi siempre. Aquí la represento en una de sus versiones más conocidas, Saliendo del lago y portando a Excalibur.

"Carta a mi mejor amiga"

(por Jose Mª Santos)


      Hace tanto que te conozco que ya no recuerdo cuándo fue la primera vez que hablamos ni cómo empezamos a hacerlo, pero desde entonces algo despertó en mí, algo había cambiado. Sin darnos cuenta te fui conociendo y te mostré mis rincones más oscuros, algo que casi nadie conoce. Contigo he pasado tantos buenos ratos que sería difícil escoger uno, tantas buenas charlas hablando de todo, fantasías, sueños, historias diarias, a veces hasta bien entrada la madrugada, que poco a poco te han hecho un huequecito en lo más profundo de mí, ahí de donde nada ni nadie podrá sacarte por mucho tiempo que pase. Así ahora eres tan imprescindible para mí como mi propia existencia, una parte sin la que me sentiría cojo, ciego, vacío. Has estado a mi lado en momentos difíciles y me has ayudado a conseguir cosas que yo solo habría dado por imposibles. Puedo decir sin lugar a dudas que soy como soy gracias a ti y siempre me has mostrado un camino por el que seguir. Aun con todo esto me es tan complicado hablarte de ciertos sentimientos que me guardo para mí. No sé que es realmente y no puedo explicarlo pero cuando no estás siento que me falta algo. Puede que ya te hayas dado cuenta, seguro que lo has hecho. Tal vez tenga miedo de que algo cambie y prefiera seguir así aunque por dentro me esté quemando eternamente. Si no lo sabías ahora descubrirás con esta carta el único secreto que te oculto, pero tenía que escribirla como agradecimiento por darme cada momento que pasamos juntos, aunque no siempre puedas estar conmigo. Agradecerte cada idea, cada imagen, cada rima o historia que me susurras ya sea de día o de noche, despierto o mientras duermo, porque sin ti no sería nada, sólo alguien normal y corriente con otras aficiones, con otros gustos. Por eso escribo esto para ti, mi musa, para mi gran amiga, mi Inspiración.



"El anciano del bosque"

(por Jose Mª Santos)

           Tras dejar aquella cabaña ruinosa atrás se dirigieron al bosque desfiladero abajo. Desde que divisaran el valle tras aquellas escarpadas montañas una especie de desasosiego invadió al grupo. Corrían historias sobre aquellos parajes que hablaban de hechizos y brujería. El desfiladero se estrechaba más y más mientras descendían. Enormes rocas verticales se cernían sobre ellos a uno y otro lado del grupo. Cuanto más descendían más parecía pesar el aire a su alrededor y los caballos parecían cansados. Alguien sugirió que el embrujo empezaba a afectarles. Finalmente, tras un recodo del camino, las rocas terminaron y se encontraron ante un extenso bosque de árboles de tonos oscuros, sin un solo brillo aun a la luz del sol de mediodía. Por eso se lo conocía como el Bosque Oscuro. El camino serpenteaba quinientos o seiscientos metros antes de que las sombras de los árboles lo cubrieran por completo. Los caballos se resistían a seguir por momentos, recelosos de las sombras, pero los jinetes les hicieron continuar. Aun así seguían inquietos y resoplaban sin cesar asustados.
            Lentamente llegaron al borde mismo del bosque. Desde allí apenas podían ver el camino más allá de una docena de metros. Entonces una voz los sobresaltó. A su derecha había sentado sobre el tocón de un árbol caído un anciano de pelo blanco como la nieve y vestido con una túnica andrajosa. Ni siquiera se habían dado cuenta de su presencia hasta que les saludó amablemente.

-Un extraño grupo –Dijo al ver a los jinetes, algunos con armaduras otros no, pero todos armados con espadas, hachas o arcos- ¿Hacia dónde os dirigís?

-Somos viajeros –Dijo quien iba al frente evitando dar muchas explicaciones-. Necesitamos cruzar el bosque.

-Mala idea –Respondió el anciano-. Nadie atraviesa el bosque, aun pertrechados como vosotros. Dicen que está embrujado.

-Eso hemos oído, pero no creemos en esas historias. –Quién hablaba era un anciano de barba blanca que portaba un cayado con runas grabadas, un mago sin duda.

-Sólo quería advertiros, mi señor. –Dijo el anciano con una reverencia-. Hace tanto que no encuentro viajeros… Nadie viene por aquí excepto esos salvajes de piel verde, pero ni siquiera ellos se adentran en el bosque. Tienen miedo de la torre que vigila desde la colina, al otro lado. Creen que un hechicero mora en ella.

-¿Cómo has sobrevivido a los orcos hasta ahora?

-¡Oh! Esas bestias son muy supersticiosas, un par de trucos, unos supuestos amuletos mágicos y te dejan tranquilo. –Entonces se levantó con dificultad apoyándose sobre un bastón resquebrajado. Por sus crujidos parecía que se rompería en cualquier momento. –Os deseo un buen viaje y tened cuidado. No es la magia lo que debéis temer ahí dentro –Los hombres se quedaron esperando a que continuara mientras se movía lentamente hacia el camino.

-¿Qué? –Preguntó por fin el cabecilla- ¿Qué hay en el bosque? ¿Con qué debemos tener cuidado?

-Lobos, joven amigo, lobos tan grandes como vuestros caballos. Los escucho cada noche. Sus aullidos retumban por todo el valle. –Y se alejó pesadamente camino arriba hacia el desfiladero. Aquella cabaña de la cima seguro que era suya.

-¿Quién eres? –Preguntó el mago-. ¿Cuál es tu nombre?

-¿Qué importa eso? –Respondió- Hace tanto que no soy nadie… -Y continuó sin mirar atrás dejando a los jinetes perplejos.


Aquel anciano les había puesto la piel de gallina pero no había vuelta atrás. Con lobos o sin ellos tenían que seguir adelante. Poco a poco las sombras los envolvieron y dejaron de verse entre los árboles. El anciano miró atrás por un momento, sonriente, los ojos le brillaron con un reflejo verde esmeralda y desapareció entre las rocas del desfiladero.


Tinta sobre papel Fabriano
18x12cm

"El piloto"

(por Jose Mª Santos)


-Once y treinta y siete hora interestelar. Pasajeros acomodados en sus asientos y listos para la travesía. Mercancía cargada en las bodegas correctamente. Sistemas de navegación listos.
            -Pista libre, capitán. Procedemos a despegar.

            Así comienza un nuevo trayecto por el espacio. El inmenso espacio sideral. Un lugar oscuro e infinito del que apenas conocemos unas cuantas galaxias y un puñado de rutas. Somos tan pequeños aquí fuera, tan insignificantes, que me he preguntado muchas veces por qué existimos. Cual es nuestra función en este vacío eterno.
He hecho esta ruta, como tantas otras en mis largos años como capitán, cientos de veces y me sigo maravillando. Es todo tan hermoso… Desde la tierra es imposible apreciar tal belleza. Los millones de luces que nos iluminan lo impiden, pero cuando sales aquí fuera todo cambia. Desde muy joven me enamoré del espacio, de sus galaxias y su vacío y sólo unos cuantos tienen el privilegio de contemplar este espectáculo de luces de colores como es en realidad, sin retoques ni efectos de ningún tipo. Entonces llega el momento de saltar a hiper velocidad y un nuevo paisaje se muestra a tu alrededor. Entras en un túnel espacio-temporal en el que todo pasa tan veloz que parece que el tiempo se detiene. Como si pusieras en pausa un programa de esos que emitían las arcaicas televisiones. Todo se alarga y se estira hasta el infinito. Las estrellas se convierten en larguísimas estelas sin principio ni final, las nebulosas son un simple vaho en el cristal… Entonces vuelves a salir de hiper velocidad y todo vuelve a ser el espacio infinito con sus galaxias, pero es otro espacio, otro lugar.
            Son las veinticuatro y trece, hora interestelar. Tras unas horas de viaje aterrizamos en la colonia donde toda esta gente sigue con sus trabajos, con sus problemas, con sus vidas, sin siquiera contemplar unos instantes ese gran espectáculo que sólo unos pocos privilegiados como yo saben apreciar. Donde se encuentra esparcida la esencia de nuestro ser, de lo que somos realmente, un puñado de polvo. Por eso soy piloto interestelar y por eso me gusta mi trabajo.



Acuarela y tinta sobre papel fabriano.
18x20cm


"Keko Rasta" 12

"Dostó, dostó... me duele la cabeza..."
"Pos vente pa´cá que te quito el dolor en un momento..."
Posible respuesta de "Keko Rasta" estas últimas semanas. El "pijama" y el gorrito de papel no aguantaban ni medio asalto entre enganchones y herramientas... como su paciencia, aunque parezca mentira.